«La nueva vida de Toby» o «Fleishman is in trouble», es una novela de Taffy Brodesser-Akner del 2019 que ella misma adaptó para transformarla en una serie de ocho capítulos. Brodesser-Akner, que escribió siete de los ocho episodios, es redactora del «The New York Times Magazine». La serie se estrenó el 22 de febrero en Star+ y está interpretada por Jesse Eisenberg como Toby Fleishman, un médico hepatólogo de 41 años que se divorcia de su mujer Rachel (Claire Danes) quien compone a una exitosa y atareada agente teatral. Todo transcurre con «normalidad» hasta que Rachel desaparece misteriosamente y él se ve obligado a hacerse cargo del cuidado de sus dos pequeños hijos. Una noche Rachel pasa por el departamento de Toby y, sin ninguna explicación, le deja los niños a su cargo. El resto de la serie nos mostrará cómo se las arregla Toby en su vida diaria, mientras intenta descubrir el enigma de la desaparición de su ex mujer.
La serie se estructura a partir de un ininterrumpido relato en off, cuya procedencia inicialmente cuesta identificar. No se trata obviamente de Toby ni tampoco de Rachel (a quien vemos más en flashbacks que en el presente de la historia), sino de Libby Epstein (Lizzy Caplan), una amiga de Toby a la que él había dejado de ver hacía mucho tiempo y con quien se reencuentra a partir de su separación. Libby es escritora y periodista, tiene un trabajo en una revista en la que se considera desaprovechada, además de sentirse insatisfecha en su vida personal.
Con respecto a Rachel sabemos que si bien nunca menciona a su padre, su madre falleció cuando ella era joven y fue su abuela quien la crió. Libby utiliza en su narración para definir la condición vital de Rachel la frase: «an outsider ‘s desperation», que simboliza su ferviente deseo de ganar dinero y de luchar diariamente para reinventarse con su propio esfuerzo.
Al contar la historia de Toby, Libby en realidad contará, indirectamente, la suya. El peso dramático de Libby irá creciendo a medida que avance el relato y su intervención será clave para desentrañar la razón de la desaparición de Rachel e incluso para anticipar el desenlace de la historia. Es llamativa la reacción inicial de Toby al enterarse de la ausencia de su ex mujer. Al principio la asume con naturalidad y despreocupación, pero luego de un tiempo prolongado de intentar inútilmente dar con ella (Rachel no contesta sus llamados y ninguno de sus conocidos la ha visto últimamente) él, ya exhausto y confundido, decide averiguar por su cuenta. Su búsqueda se convertirá virtualmente en su «vía crucis»…
El trasfondo de la serie pone en juego el cuestionamiento que sus protagonistas hacen de sus vidas, lo cual supone interrogarse acerca de qué sucedió con sus sueños y sus expectativas adolescentes y, finalmente, verse obligados a confrontar con una realidad muy distinta a la imaginada. La convicción de vivir en un mundo perfecto se disuelve repentinamente y la supuesta «seguridad» que les concede pertenecer a un privilegiado grupo social, ya no les alcanza para superar el hastío y el aburrimiento de sus rutinarias vidas. La trillada pregunta de cómo conseguir la felicidad se vuelve a hacer presente, pero con una resolución final inesperada.
La escritora y ensayista norteamericana Rebecca Solnit escribe en una parte de su libro «La Madre de todas las preguntas». «Quizás una parte del problema sea que hemos aprendido a preguntarnos las cosas equivocadas sobre nosotros mismos. Nuestra cultura está imbuida en una especie de cultura pop cuya pregunta obsesiva es ¿eres feliz? (…) «Las preguntas sobre la felicidad por lo general asumen que sabemos cómo es una vida feliz. La felicidad a menudo se describe como el resultado de tenerlo todo en su sitio – cónyuge, descendencia, propiedad privada, experiencias eróticas -, a pesar de que un sólo milisegundo de reflexión nos permite acordarnos de un sinfín de personas que tienen esas cosas y, aún así, siguen sintiéndose infelices» (…)
Con la novedosa y original decisión de utilizar a un par de parejas de realizadores para dirigir siete de sus ocho episodios: Valerie Faris y Jonathan Dayton, del film «Little Miss Sunshine» (2006), dirigieron cuatro mientras que Shari Springer Berman y Robert Pulcini, de «American Splendor» (2003), hicieron lo propio con otros tres. Sobre el final la serie modifica bruscamente el rumbo y cambia la perspectiva inicial para ofrecernos una mirada distinta de lo visto hasta el momento.
A partir del séptimo episodio, el relato se centra en la conmovedora actuación de Danes en la piel de Rachel para iluminarnos una zona que, hasta entonces, estaba a oscuras. A medida que el episodio bucea profundamente en sus experiencias traumáticas, tendremos una mirada más equilibrada acerca de ella. La novedad permite una lectura más global, audaz y compleja. El final anticipado por Libby, en cuyo personaje se proyecta la propia escritora, nos proporciona un nuevo escenario que deja abierta la puerta para un renovado comienzo… en el que también aparecerá entrelazada su propia historia.
Sobre su participación en la serie Claire Dunes, afirma:
«Lo extraordinario de la novela, y ahora esta interpretación de la misma, es que por un lado es muy cómica, pero también bastante cruda y desgarradora. Enhebrar esa aguja es divertido, pero también un desafío. Componer a Rachel fue duro para mí, porque estaba tan intensamente pulida en algunos aspectos y tan profundamente fracturada en otros. El truco fue averiguar cómo coordinar esa realidad. Hay episodios en los que escuchamos un relato, luego recibimos el de ella. Filmamos esas escenas, una tras otra, eso fue muy extraño. Era como un ejercicio de actuación. Es una cuestión de grados» (…)
«Es gracioso: en «Homeland», el personaje era tan diferente, tan extraño, que era fácil compartimentar. Me volví un poco arrogante al respecto. Este está mucho más cerca, es mucho más evocador. Interpretando a una persona casada con hijos, corría más riesgo de llevarlo a casa que con otros proyectos, lo cual me sorprendió. Tuve un par de peleas con Hugh Dancy ( su marido) y dije: «Vaya, esto no tiene que ver con nosotros». Eso fue humillante. Y levemente angustiante. Pero una vez que me di cuenta de ello, pude superarlo» (…)
«Pero el aprecio por Hugh también aumentó mucho, porque estaba viviendo muchas horas del día en este infierno. Fue tan doloroso y tan aterrador, profundamente desestabilizador. Realmente necesitamos relaciones. No podemos hacerle frente al dolor de forma aislada. Simplemente no es así cómo funcionamos. Hay algo muy conmovedor en eso» (…)
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