Quisiera felicitar muy sinceramente al profesor Gerardo Wijnant por su brillante y clarísima exposición sobre «Economía del Bien Común y la Banca Ética», durante la entrevista que le hiciera el blog: unaisladeideas.com
Como profesora me gustaría aportar desde mi perspectiva haciendo una extrapolación a la escuela con la siguiente interrogante.
¿Cómo transferir estos conceptos a la sala de clases? ¿Cómo hacer realidad la Economía del Bien Común y la Banca Ética en un grupo/curso de cualquier escuela de nuestro país o en cualquier punto del planeta?
Una situación problemática planteada a las/los estudiantes en cualquier asignatura podría ayudarnos en este desafío. Veamos por ejemplo esta situación problemática:
Isidora y Sebastián son dos hermanos que descubren una gotera en la sala de estar de su casa. Para solucionar el problema, ponen una cacerola para recibir el agua que cae desde el techo. Este recipiente tiene una capacidad de 8 litros. Si durante la primera hora cae una cantidad de agua igual a la mitad de su capacidad, y en la segunda hora cae sólo el equivalente a un cuarto de su capacidad. Y, posteriormente, aunque la lluvia ha cesado, sigue la gotera hasta completar la capacidad de la cacerola. ¿Cuánto líquido cae en la primera hora? ¿Cuánto en la segunda hora?
Estas preguntas son irrelevantes en este momento y los/las alumnos/as se reúnen en grupos de trabajo donde todos pueden participar con interrogantes de la más diversa índole relativas al tema. El profesor o profesora les pregunta: ¿Qué podemos hacer con el agua que se recogió en la cacerola? ¿Cómo podemos ahorrar agua en la casa, en el colegio o en cualquier lugar?
Sabemos que la desertificación avanza en forma alarmante en Chile y en muchas partes del mundo. Entre las respuestas podrían estar, entre otras: a) Debemos usar el agua en forma responsable y así cuidar a las personas y al ecosistema. b) Cultivar plantas que necesiten menos agua para vivir, etc.
El profesor presenta envases vacíos con formas diferentes (caja de leche, botella de aceite, etc.), y todas ellas de un litro de capacidad. El profesor transfiere, consecutivamente el agua desde cada uno de los envases de diversa forma hacia una jarra rotulada con el litro de capacidad. El envase más importante será un cubo (que puede ser de cartón, bien sellado con cinta adhesiva en sus lados y vértices para evitar fugas, el cubo ha de tener un orificio superior para su llenado).
El cubo tiene 1 dm de largo, 1 dm de ancho y 1 dm de alto y así se podrá demostrar que, al vaciar 1 litro desde cualquier envase anterior, dentro del cubo, éste se llenará completamente. Los niños contarán con una cinta métrica para medir los lados del cubo. Así el profesor guiará la inferencia:
1 litro = 1 dm3 cúbico = 1.000 cm3 = 1.000.000 mm3.
Algunos estudiantes captan rápidamente estos conceptos. Ellos se distribuyen en los grupos y aclararán dudas de sus compañeros, aquí la inclusión, la solidaridad y la colaboración con el otro se hacen realidad. Los valores se viven intensamente. Ahora sí, todos los estudiantes pueden responder a las interrogantes planteadas en la situación problemática inicial. En esta pequeña y gran comunidad todos los estudiantes han alcanzado los objetivos planteados por el profesor o profesora.
Con respecto a la Banca Ética:
Siguiendo el ejemplo del grupo/curso, el trabajo que hace el profesor o profesora y la participación transparente de los estudiantes es transferible a cualquier grupo humano que quiere alcanzar metas positivas en su entorno. La rentabilidad económica aquí se transforma en estudiantes con confianza en sí mismos, dispuestos siempre al aprendizaje, en resumen, estudiantes más felices.
Este impacto positivo hace que el profesor o profesora esté también más agradecido de todo lo que pudo aprender de sus estudiantes y así al final de su jornada de trabajo y, más aún, de su vida laboral decir: MISIÓN CUMPLIDA.
Lila Silva Labarca es profesora de matemáticas de la Universidad de Concepción en Chile (UdeC), Doctora en Ciencias de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid (España).
Trabajó como académica universitaria en la UdeC y en la Universidad del Bío Bío (UBB) en Chile. Asimismo, ocupó cargos administrativos como Jefe de Investigaciones Educacionales UdeC, Directora de Filosofía y Ciencias de la Educación UdeC y Decana de la Facultad de Educación UBB.
Desarrolló una investigación en el aula que tenía como objetivo conocer cómo aprenden matemáticas los niños y niñas durante la enseñanza primaria. Este trabajo investigativo dio como resultado las siguientes publicaciones: Creatividad rural (Ediciones UBB), Matemática creativa (Ediciones UBB), Matedelicias (Ediciones UBB), Ayúdame a aprender (junto a Claudia Oviedo, Ediciones UBB), Jugar, crear y aprender compartiendo (Lila Silva y otros, Ediciones Trama) y Tutti frutti en el aula (junto a Elena Díaz Islas, Ediciones Trama). El último libro se titula Érase otra vez, texto bilingüe que ha sido traducido al inglés (Once upon another time) de Ediciones grupo Ígneo y al francés ( Il était une autre fois) actualmente en imprenta.
Hermosas palabras de esya profesora que hace honor al concrpto bellísimo de enseñaje, acuñado por Barilko.