Cuando empezó la cuarentena me era muy difícil concentrarme en la lectura. Era tan intenso el impacto de la pandemia que no podía abstraerme de los sentimientos que se producían en mí. Podía, sin embargo, escuchar atentamente a mis pacientes y pude concentrarme en las ficciones que me ofrecían el cine y las series.
La primera película que azarosamente me atrapó fue “La frontera infinita”, con el misterio que tiene el azar, a veces, ya que el encierro es la temática de la película. El encierro que sufrieron algunos militantes republicanos en la guerra civil española que tuvieron que permanecer escondidos en sus casas los 30 años que estuvo Franco en el poder.
Releo lo que escribí hasta aquí y me detengo en un lapsus, el nombre de la película es “La trinchera infinita”, no la frontera.
Tomo el lapsus para contar que el encierro, y las fronteras cerradas fue lo que me golpeó más fuertemente. Sin duda el encierro fue nuestra trinchera, la zanja en la que nos protegimos de la amenaza del virus.
Desde el principio tuve la necesidad, el deseo y la decisión de registrar esa experiencia que nos estaba afectando y que inevitablemente me evocaba mi historia, la que me precede y me habita, la que está presente en mis padecimientos.
Fauda fue otra ficción que también me atrapó en esos primeros tiempos. La intimidad de una guerra entre pueblos hermanos.
Sin dudas, el desgarro de las fronteras cerradas por distintas imposibilidades de viajar y que dejan a los integrantes de una familia sin posibilidad de encontrarse, vive en mi imaginario desde la historia que me precede y es un desgarro que se reanimó con el cierre por la pandemia. Otra vez alguien quedaba del otro lado y esta vez me involucraba directamente. Algo del sufrimiento ocasionado por la guerra retornó también en este tiempo, un cotidiano limitado, modificado, suspendido. Somos una generación marcada por la Segunda Guerra. La generación que me antecede nació en Europa poco antes de la guerra.
La necesidad de registrar la realidad se hacía imperiosa, las imágenes proliferaban y se empezaba a gestar el proyecto “Postales de cuarentena”. El lazo entre las imágenes y los textos fue generando una red, un tejido, que nos permitió transformar la distancia social en transmisión, en relato, en sorpresa, diálogo, reunión, encuentro.
Vi muchas otras ficciones, eran lo que me alimentaba, lo que hacía que la vida no quedara reducida a la subsistencia. Lo que permitía lidiar con la amenaza del virus. “The Eddy” fue una de ellas, la disfruté profundamente, como “Maudy”, como “Gambito de dama”. “El juicio”, “El juez”… “The sinner”, un detective preocupado por entender el psiquismo humano como modo de liberar al sujeto de la culpa o del castigo. Intentaba comprender de qué manera el trauma sufrido por un sujeto podía producir, muchos años después, efectos o actos brutales e impredecibles. “Poco ortodoxa”, la opresión de una comunidad cerrada o la cerrazón que cualquier pertenencia a una comunidad puede producir, limitando fuertemente la libertad y condenando a un sujeto a quedar sometido a sus normas.
“Amor y anarquía”, “Borgen”, “Lupin” las disfruté y seguramente también me ayudaron a transitar.
En el mes de agosto, formando parte de la organización de un seminario psicoanalítico, la temática del seminario y la decisión de escribir un trabajo reorientaron mis preguntas y mis preocupaciones despertando nuevamente el interés por la lectura. Empecé leyendo a Foucault, “Qué es un autor”, a Giorgio Agamben interesada en dos conceptos que él desarrolla en distintos momentos de su obra el de ¨uso¨ y el de ¨desobrar¨. Mi interés era, a grandes rasgos, rastrear desde su teoría cómo piensa él la manera en que un sujeto, haciendo uso de su cuerpo, puede desactivar el poder del Otro, constituirse, desprenderse del Otro, liberarse. Cómo se constituyen los goces de un sujeto, su sexualidad, sus amores.
Comencé a leer a Paul Preciado, “Un apartamento en Urano”, “Testo Yonqui”. Leí también “El viaje inútil” de Camila Sosa Villada, y “Las Malas”, de la misma autora, una hermosa y conmovedora novela, testimonio ficcional de la vida de una mujer trans y de su paso por la prostitución.
“Ficción privada”, es un documental de Andrés Di Tella en el que relata la historia de sus padres a partir de una construcción que realiza leyendo sus cartas y mirando sus fotos. Reconstruye la historia que lo precede. Como él lo dice, no es más ni menos que una ficción. La verdad está en nuestro cuerpo, en nuestros síntomas, en nuestros padecimientos, siempre enigmática, insistente, nunca dicha del todo.
En este tiempo supe del desgarro que dejó en mí algo que no siempre advertí, que mi papá comenzó a hablar mi lengua a los nueve años, que su lengua materna, aunque no se notara, no era el castellano, y que tampoco era el polaco, aunque él era polaco. Los judíos hablaban en idish.
En este tiempo supe que eso tuvo consecuencias que me conciernen. Entre los cinco y los nueve años estuvo separado de su papá, mi abuelo, que había viajado a Argentina huyendo de la pobreza, y que en ese tiempo se hizo y les hizo un lugar en estas tierras a su mujer y a sus tres hijos. Tenía 33 años cuando viajó. La familia entera de mi abuela murió asesinada en los campos. No hubo trinchera que los protegiera. Llevo el nombre de dos de las hermanas de mi abuela. De la familia de mi abuelo no sé nada.
Esta pandemia me ligó a ese dolor, al que, sin embargo, siempre estuve ligada. Me ligué de otro modo a la historia que me precede y la ficción, las ficciones son sólo formas posibles de relatarlo. Quizás por eso el imperioso deseo de relatar.
Soy Alicia Rozental, me dedico desde hace más de treinta años al psicoanálisis, trabajé en hospital público y actualmente en consultorio privado. Sigo ligada al hospital desde la tarea de supervisión y transmisión. El psicoanálisis me habilitó la escritura de distintos trabajos teóricos, algunos fueron publicados y uno se transformó en libro en colaboración con otros colegas. Empecé a fotografiar en la adolescencia con una cámara que heredé de mi papá. Siempre disfruté de sacar fotos, en los últimos años pude concretar algunos proyectos fotográficos que derivaron en muestras. “Postales” me sumergió en la experiencia de la intertextualidad, fotos que dialogan con poemas, diálogo entre amigos y familia tratando, entrelazados, de contar y resistir el impacto de la pandemia.
Para leer el libro «Postales de cuarentena» acceder al siguiente link:
Me conmovió profundamente tu escrito Alicia.
Las palabras se amigan con vos.
El texto se me hace como un trazo que recorre, bordea, enlaza, dibuja, diseña.
Te narra
Gracias por compartirlo
Vuelvo a leer el texto y vuelve a cautivarme. Queda flotando la palabra frontera, entre pasado y presente, realidad y ficción, vida y muerte. Entre los cuerpos… el otro y yo.
Muy intenso… muy bello.
Si bien participé de la construcción de «Postales», este texto me completa y ensancha la perspectiva desde dónde te surgió Alicia, este juego-propuesta que se transformó en libro y que involucró a tantas personas dolidas y juntas. Cada vez entiendo más que circular entre imágenes, textos que nos manifiestan, o, la expresión humana que fuera, nos hace dar un paso adelante en las tragedias. No por creer que nos libera, más bien por acompañarnos (aunque la compañía sea entre creador/espectador/lector) en lo enigmático del tránsito humano por la tragedia. El alivio de no estar solo/a.
Gracias Alicia. Muy conmovedor. Visceral diría. Me remite a otra ficción que me acompaña en estos tiempos:Herejes, de Padura. Agradezco tu puesta en juego de este libro que enlazó tanta escritura amiga, en todas sus formas, y que me acompañó para armar ficciones en la trinchera.
Me impacto ,me sentí atrapada por el relato que va haciendo
Ali me conmuve la hondura de tu texto que testimonia del saber hacer – enlazado a otras voces miradas, decires – con el dolor , la incertidumbre, el desaliento, con lo más singular que nos antecede y se actualiza en esta contingencia. Postales de cuarentena es un hallazgo de amor devenido clásico.
Ali , Hermoso , te felicito !!
Recorro varios aspectos que tocan cerquita…»encierro..»,». .fronteras..».»…guerra..» y no puedo dejar de pensar en las batallas que transitamos, las colectivas y la propia también .
Agradezco que compartas y me quedo particularmente disfrutando un vientito esperanzador.. ¡Seguimos estando, siendo, amando, expresando….¡Seguimos!
Ali, me conmueve mucho mucho tu relato. Lo q precede , lo que hay, lo que se atraviesa también a partir de la propia historia y de la colectiva. Me interpela. Me deja pensando. También me encuentro consonando con tus palabras y tus vivencias. Me da alegría haber sido parte de tu/ nuestra historia presente. Con otros y otras.La amistad salió ganando, pensaba también. Puertas que abren fronteras. Celebro, como te dije, este encuentro. Celebro nuestros recursos para seguir inventando, Celebro que el deseo siga vivo. Celebro fuertemente la vida y decido quedarme en ella. Te abrazo como se puede hoy.
Muy hermoso leerte, Alicia, poder seguir tu mirada a través de tus fotos y tus palabras, un reencuentro a la distancia. Gracias.
Alicia hermosa invitación a leerte.
Hermoso modo de permitir conocer y conocerte este transitar la pandemia.
Un abrazo
Hermoso relato !! Tu historia también es la mia, como dice Fito, «siempre estarás en mi «
Muy hermoso y evocador tu texto,soy artista plásticade 75 años,En está pandemia me lo he pintado todo,cantidades, he estado entre paralizada e hiperactiva,también he leído mucho y he visto mucha serie.me siento muy identificada,mira mi Instagram y Youtube:EvaHolzarte