La voz del compositor y cantante británico Michael Kiwanuka posee una enorme dosis de calidez, resonancia y humanidad. Hay una cierta tristeza en su música y el resultado es casi épico. El “soul” está presente con su melancolía y romanticismo, pero Kiwanuka nos entrega mucho más: una dramática sinceridad para hablar de dudas sentimentales y existenciales, inseguridad y dolor. Al escucharlo, me sumerjo naturalmente en un mundo de sentimientos que afloran con sus canciones. Hay una cualidad única en su música, que pareciera abarcarlo todo, ecos de todas las épocas. También una dualidad permanente en su lucha entre la oscuridad y la luz que continúa con el contraste del alma y la piel. En sus canciones puedo sentir su fortaleza interna que lo empuja a cambiar la realidad, lo cual es destacable en nuestra sociedad actual.

En los inicios de su carrera musical tener el apellido Kiwanuka (de origen ugandés) y vivir en Londres no fue fácil. No encontraba su lugar. Le costó años y muchas canciones aprender lo extraordinario que existía en él, así como su capacidad de emocionar a todos con su indescriptible música. Le dijeron repetidamente que eligiera un nuevo nombre que fuese más comercial. Ahora, con una gran seguridad en sí mismo, ha llamado a su tercer álbum “Kiwanuka” (2019). Acompañado por un retrato del cantante vestido como un rey africano de la era Tudor, la tapa del álbum es un recordatorio permanente de quien es. Representa su herencia, su individualidad y su singularidad.

Con un sonido acústico de primer nivel y una voz de “soul” atemporal, Kiwanuka recibió el aplauso de la crítica por primera vez en el año 2011. Su estilo musical combina el folk, rock indie y rhythm & blues con las tradiciones de su herencia de Uganda. Nos ofrece un soul con influencias folclóricas que encuentra similitudes con Bill Withers, Miles Davis, Otis Redding y Terry Callier.

Michael Kiwanuka nació en Londres en 1987, sus padres, inmigrantes de Uganda, habían huido del régimen del “carnicero de Uganda” Idi Amin en los años setenta. Michael empezó a tocar la guitarra acústica a los doce años, cuando su madre ahorró lo suficiente para regalársela. Ya a los quince años componía su propia música. En su juventud desarrolló su gusto por la música rock, en particular por Radiohead y Nirvana. Fue integrante de varias bandas de covers y al mismo tiempo estudió jazz en el “Royal Academy of Music”, y música pop en la Universidad de Westminster. Su primera actuación fue a la edad de veintidós años en “The Oxford Tavern” en Kentish Town. Descubrió la música de Bob Dylan a través de sus amigos, enamorándose de sus canciones y de su guitarra folclórica. Siguió adelante para descubrir el soul y el motown. Michael decía que lo que él quería expresar no existía en la música y tenía que mostrarlo, crear su propio arte.
Fue descubierto por el músico Paul Butler de la banda “The Bees”, quien lo invitó a grabar sus primeras canciones. El año 2011, después de firmar con el sello de “Communion Label”, lanzó dos discos extendidos, “Tell me a Tale” y “I’m getting ready”. En el 2012, logró un tercer lugar en la lista de “British Critics Choice”. Siguió los pasos de Jessie J, Florence + The Machine y de Ellie Goulding ganando el prestigioso “BBC Sound 2012”. En este mismo año, a la edad de veinticuatro años, fue telonero de Adele en una de sus giras. Inmediatamente después, lanzó con un éxito total su álbum debut titulado “Home Again” (2012). Ya entonces, marcaba distancia con prácticamente todos en la música negra con su peculiar propuesta ciertamente “vintage”. Al mismo tiempo, obtuvo una nominación al “Hyundai Mercury Price “. Este premio promueve lo mejor de la música del Reino Unido.

Kiwanuka retornó al estudio de grabación en el año 2015 lanzando un nuevo álbum “Love & Hate” en el verano europeo del 2016 que se convirtió en número uno rápidamente. En el año 2019, junto al músico y productor Tom Misch, lanzó su single “Money”, seguido de «Hero», «You Ain’t the Problem,» y “Piano Joint». Ese mismo año lanza “Kiwanuka”, su álbum más alabado. Ya en el año 2020 fue el ganador de los premios «Mercury».

Minutos envolventes inician el disco “Love & Hate” con la canción “Cold Little Heart”. Su versión corta hace lo propio en cada capítulo de la serie de televisión estadounidense «Big Little Lies». Generalmente queremos saltarnos el tema al principio de cada capítulo cuando comienza una serie, pero con esta canción pasa lo contrario, la gente espera con ansias para escucharla. El responsable es Michael Kiwanuka. El tema es maravilloso, catártico, como si el que lo canta intentara liberarse de alguna creencia. Hoy, tras conocer la historia de Michael Kiwanuka lo puedo entender. Michael sufría de excesiva humildad y se rendía fácilmente. El conocimiento de la guitarra acústica y, más tarde, el descubrimiento de su voz forjaron el camino hacia su propio reconocimiento. “Cold Little Heart” (Pequeño Frío Corazón) es una cruda confesión sobre las carencias en las relaciones. Al reconocer sus fracasos pasados, se siente intimidado y no está seguro de que pueda hacerlo mejor la próxima vez. Podríamos decir que es una visión fatalista, expresada por alguien que no cree que vaya a mejorar y ser más fuerte. Y qué decir de la voz de Kiwanuka. Al principio suena con una claridad cristalina, con sólo un poco de reverberación para darle profundidad. Con ello consigue evocarnos una sensación conmovedora.

No podría decir cuál de sus dos últimos álbumes me enamora más, “Love & Hate” o el último “Kiwanuka”, ambos son excepcionales. Para mí el tema ‘Light’ (de su último álbum) es insuperable. La canción está tan llena de luz como promete su título. Su declaración de amor por el arte y por ser artista, el momento en el que finalmente se ha adueñado de lo que es, y de su alegría por ser músico, cantante y compositor, me confirman que Michael Kiwanuka a los treinta y cuatro años, está preparado para dejar su huella en la historia de la música.

«Shine your light over me / All of my fears are gone / And it don’t bother me / If it’s not meant to be» Light, Michael Kiwanuka.