El martes 29 de junio de 1997 Jeff Buckley había pasado toda una tarde manejando por Memphis, Tennessee en un camión alquilado con su compañero el músico Keith Foti, escuchando canciones de John Lennon y Jane’s Addiction en un grabador con doble casetera que Foti había comprado el día anterior. Buckley había viajado hasta Memphis, para registrar su segunda placa, que llevaría por nombre “Sketches for My Sweetheart The Drunk” y esa noche llegaría su grupo a la ciudad para comenzar el proceso de grabación. Cuando decidieron ir a la sala de ensayo para esperar a la banda, se dieron cuenta que estaban perdidos. Al cabo de una hora de infructuosos esfuerzos por llegar a la Young Avenue, decidieron llamar a Gene Bowen (Road Manager de Buckley) para pedirle que los ayudará a encontrar el camino. Sin embargo, no pudieron contactarlo, ya que se había ido al aeropuerto a recibir al resto de los músicos. Fue en ese instante en el que Buckley tuvo la idea de que fueran a la ribera del Río Wolf para tocar guitarra y seguir escuchando música.
Jeff Buckley nació en Los Ángeles el 17 de noviembre de 1966, en un momento en el que su padre ya había abandonado a su madre. Buckley se crió principalmente en el condado de Orange, California, rodeado “de música y marihuana” y guardaba sus pertenencias en bolsas de papel debido a las frecuentes mudanzas de su familia. Pasó sus años de escuela secundaria entre niños a los que se refería como la “juventud nazi de Disneyland” de Anaheim, California.
Ser el hijo de Tim Buckley, radiante figura del folk americano, había sido una bendición a medias. Jeff Buckley lo sabía mejor que nadie. Tim Buckley, tejió folk, jazz y blues con su propio sello distintivo. En el mejor de los casos, el sentimiento de Jeff hacia su padre era ambivalente, ya que en verdad habían mantenido muy poco contacto en los nueve años que coincidieron en vida. Aparte de pasar una semana con su padre cuando Jeff tenía ocho años, nunca más lo volvió a frecuentar. Tim Buckley murió de una sobredosis el 29 de junio de 1975, provocada por una combinación de heroína, morfina y alcohol, sólo dos meses después de ese encuentro inicial.
Tim Buckley dejó atrás nueve álbumes que retrataron su singular progresión desde un trovador folclórico visionario y romántico «Goodbye and Hello» (1967) a una poesía cada vez más influida por el jazz «Starsailor» (1971). Las apariciones en su brillante álbum de 1972 «Greetings From L.A», van desde el alma perdida posterior a Vietnam «Nighthawkin´», hasta el relato internacional con el corazón roto de «Hong Kong Bar».
En 1991, el productor Hal Willner organizó un concierto en tributo a Tim Buckley en St. Ann ‘s Church, en Brooklyn, Nueva York. Jeff se emociona cuando describe el evento que lo colocó en el centro mismo de la escena musical de Nueva York. «Mira, sacrifiqué algo por la memoria de mi padre. Técnicamente, el tributo será visto como mi debut en Nueva York, lo que realmente no fue así». «No era mi asunto, no era parte de mi vida”, recuerda Jeff. «Pero me molestó no haber estado en su funeral, no haber podido decirle nada. Utilicé ese evento para presentar mis últimos respetos. Había una canción, «Once I Was», compuesta por mi padre, que recuerdo porque mi madre me la enseñaba cuando tenía cinco años, cuando mi padrastro estaba fuera de casa. Así que canté esa canción y al final se rompió una cuerda, y tuve que terminarla «a cappella». No la canté muy bien”.
Así que condujeron sin parar para comer ni beber, hasta que surgió la idea: “¿Por qué no bajamos a ver el agua?”. Cerca del anochecer estacionaron el camión en un espacio casi vacío pegado al «Centro de Bienvenida de Tennessee», cerca del corazón del centro de la ciudad. Llevaron su reproductor portátil por la pendiente hasta la orilla del canal del río Wolf y el río Mississippi.
Jeff Buckley empezó a llamar la atención por sus apariciones como solista en pequeños bares y cafés del centro de Manhattan como el legendario «Sin-é» (*). Los neoyorquinos generalmente escépticos, fueron conquistados por su intensa entrega emocional. En sus presentaciones Buckley combinaba inspirados «covers», con composiciones propias originales y sensuales a las que les agregaba una pizca de improvisación y de «performance» teatral.
Aún así, lo más sugerente de su propuesta musical era su particular voz. Para los que lo escuchan por primera vez, impacta por su virtuosismo y su capacidad interpretativa para envolver e hipnotizar por completo al auditorio. Puede variar en un segundo del trino operístico de Elizabeth Fraser de los «Cocteau Twins» y en el siguiente proyectar una calidez natural que recuerda a Aretha Franklin o Mahalia Jackson. Incluso se sabe que Buckley incorpora el tema «A Satisfied Mind», de Jackson en sus sets. La voz de Buckley suena más cómoda casi en falsete, lo cual permite que su expresión, incluso en su forma más estridente, asuma un brillo femenino que deviene personal y atractivo.
«En mis primeros espectáculos”, dice Buckley, “quería imaginar una nueva infancia, desintegrar toda mi identidad para dejar que emergiera la real. Me convertí en una máquina de discos humana, aprendiendo todas estas canciones que siempre había conocido, descubriendo los conceptos básicos de lo que hago. La parte catártica estaba en el acto esencial de cantar. ¿Cuándo es que la voz se convierte en elixir? Es durante el coqueteo, el cortejo, el sexo. La música es todo eso”.
Lanzado en noviembre de 1993, el EP debut de Buckley, «Live at Sin-é», resumió perfectamente su estilo en sus actuaciones «en vivo» como solista. No era una tarea sencilla deslumbrar al mundo en su debut discográfico con tan sólo cuatro canciones, especialmente si han sido grabadas en guitarra y voz, con sonido directo y en un pequeño bar.
«Mojo Pin» es una de las composiciones más interesantes de la etapa inicial de Buckley, que más tarde aparecería en la grabación de su primera y única placa oficial: “Grace” (1994). Su singular voz, con su particular forma de cantar (fuertemente influida por vocalistas como Robert Plant), además de los covers “Lilac Wine” de Nina Simone y “Hallelujah” de Leonard Cohen, hacen que el disco sea considerado por la crítica como una verdadera obra maestra.
Cuando salió Grace, en agosto de 1994, fue muy bien recibido no sólo por sus entusiastas fans de culto. Abarcando una amplia gama de estilos, en «Grace» pasa de la grandilocuencia de «Mojo Pin» al ondulado raga rock (**) de «Dream Brother». En «Last Goodbye» Buckley ruega que lo besen «por deseo, nena, y no por consuelo«. Este tema se mantuvo durante diecinueve semanas cerca de la cima de la lista de Rock moderno de la revista Billboard. Por otra parte, Buckley aborda grandes temáticas como el racismo y la guerra. Él dice que en «Eternal Life» se inspiró en la ira que le despertó «el hombre que le disparó a Martin Luther King, la Segunda Guerra Mundial, la masacre en Guyana y los asesinatos de Manson».
Al escucharlo es imposible sustraerse a su estética femenina, de tesituras agudas muy peculiares. Su inclinación cósmica se equilibra con aspectos más terrenales. Buckley dice: “Me gusta una espiritualidad con un Dios que sabe manejar un auto, que sabe llevar a su chica a la discoteca, bailar toda la noche, tomar un trago y besar a su hijo cuando regresan al hogar. Dios no necesita un chofer, necesita conducir él mismo”.
Confirmando su imagen de trovador errante, Buckley salió de gira durante casi dos años por los Estados Unidos, Europa y Australia con la banda que había reclutado para la grabación de su álbum debut (el baterista Matt Johnson, el bajista Mick Grondahl y, justo a tiempo para el último corte del álbum, el guitarrista Michael Tighe),
Cuando Jeff entró al agua desde el banco lleno de basura, vestía jeans, una camiseta y botas. Cuando estaba a la altura de las rodillas, Foti recuerda haberle advertido: “No puedes nadar en ese lugar”. Mientras Buckley continuaba, Foti repitió su advertencia: «¿Qué estás haciendo?» Pero Buckley se reclinó sonriente en el agua, cantando el coro de «Whole Lotta Love» de Led Zeppelin, mientras nadaba de espaldas en el canal.
«Cuando tenía 12 años, decidí convertirme en músico”, dice Buckley. “Physical Graffiti» fue el primer álbum que tuve. Mi padrastro (que vivió con la madre de Buckley de 1971 a 1973), me lo compró”. Jeff Buckley creció invadido por la música, tocando en conjuntos que iban desde grupos con versiones de reggae hasta bandas de heavy metal. La música que había aprendido con su madre de formación clásica se fusionó con algo mucho más áspero y Buckley pronto comenzó a experimentar haciendo demos, su talento era evidente pero aún estaba buscando su mejor versión.
Después de la secundaria, Buckley trabajó en un hotel y asistió al «Instituto de Músicos de Guitarra de Los Ángeles», conocido por producir clones de Eddie Van Halen. «Quería aprender a ser un mejor músico y fue la mayor pérdida de tiempo que jamás había visto». En 1990, cansado de Los Ángeles, Buckley se mudó a Nueva York. Allí languideció durante meses, aceptando trabajos ocasionales: vendiendo ropa en «Banana Republic», trabajando como operador de un servicio de contestador automático para Denzel Washington y F. Murray Abraham e incluso audicionó sin éxito para la comedia skate punks «Murphy ‘s Law».
En unos minutos, Buckley sería víctima de la notoria imprevisibilidad del río y de la suya propia. Aunque sus amigos y las autoridades locales pasarían una larga noche de búsqueda infructuosa, se supuso que Buckley se había ahogado. No se pudo localizar su cuerpo hasta el 4 de junio, alrededor de las 4:30 p.m., cuando un pasajero a bordo del barco «American Queen» lo divisó. En el momento de su muerte, Jeff Buckley tenía treinta años y le faltaban seis meses para cumplir treinta y uno.
Gene Bowen fue el que identificó el cuerpo, apenas reconocible en ese momento por el piercing que tenía en el ombligo y, como señaló la autopsia, por el “esmalte de uñas verde brillante en tres uñas de los pies”. Después de cerrar la casa que Buckley había planeado comprar en una tranquila calle residencial de Memphis, Bowen llevó algunas de sus posesiones a Nueva York y entregó sus cenizas a su madre Mary Guibert
(*) Sin-é: De la frase irlandesa sin é que significa «eso es todo»; fue un lugar de música en la ciudad de Nueva York que ayudó a lanzar las carreras de varios músicos destacados a principios de la década de 1990.
(**) Raga rock: Es un término que se utiliza para describir la música rock en la que se aprecia de forma notable la influencia de la música india Raga, ya sea en la melodía, en la armonía, en el ritmo o en el timbre.
Muy fuerte, y triste
Increíble nota, muchas gracias por crearla!, Jeff Buckley simplemente mágico…