Desde que continuó su carrera como solista en el ańo 1972, cultivando un estilo típicamente modesto, Paul Simon ha sido un ferviente explorador musical. Sus canciones han incorporado casi todos los estilos de la música estadounidense: doo-wop, gospel, blues y jazz, como también reggae, minimalismo, salsa y folklore sudamericano. Pero como nunca editó un álbum completo en ninguno de estos géneros, Simon es probablemente más conocido por sus distintos éxitos pop como «50 Ways to Leave Your Lover».
Cuando Paul Simon viajó a Johannesburgo en 1985 para grabar con músicos locales, no tenía ni idea de que de esa experiencia saldría un disco histórico. “No era que supiéramos que estábamos haciendo una pieza musical transformadora”, dice Simon. “Estábamos haciendo un álbum”.
«Graceland» resultó ser un hito: una fusión de ritmos africanos junto con las melodías y letras de Simon vendieron catorce millones de copias, presentaron estilos como el jive a audiencias fuera de África. y revitalizaron la carrera del intérprete. “Fue el primer avance real en la música mundial y las colaboraciones entre músicos de diferentes culturas”, dice Simon. “Eso es ahora un hecho omnipresente de la vida en la música. Todo tipo de músicos tocan con todo tipo de otros músicos, y a nadie le importa nada. «Graceland» no inventó esa idea, pero le abrió la puerta”.
Paul Simon ha recibido un total de dieciséis premios Grammy, entre los que se encuentran los galardones a «Mejor álbum del año» y «Mejor grabación del año» en reconocimiento por Graceland (1986), séptima entrega discográfica con la que reeditó su éxito tras las escasas ventas de Heart and Bones (1983) y que significó un cambio radical en la manera en que se producía la música pop hasta ese momento. El álbum más exitoso en la carrera de Paul Simon recibió influencias notorias de la música sudafricana y le permitió ser reconocido no sólo por su trabajo en dúo junto a Art Garfunkel.
Nueve de las once canciones del álbum surgen del interés de Simon por el mbaqanga, una categoría de música pop sudafricana con raíces zulúes. Gran parte del disco se grabó con músicos nativos, como Ladysmith Black Mambazo y The Gaza Sisters, entre otros, en el estudio Ovation, espacio en donde también se produjo el álbum «Musa Ukungilandela» (1984) de Juluka, una de las agrupaciones pioneras de pop africano que influyó en el sonido de «Graceland» e incluso fue reconocida especialmente en la lista de agradecimientos del mismo título. La producción estuvo a cargo de Paul Simon, mientras que Roy Halee, que colaboró en toda su carrera, se desempeñó como ingeniero de sonido.
Las contribuciones africanas se fusionan fácilmente con grabaciones de otros músicos estadounidenses, como los Everly Brothers y Adrian Belew. Pero el resultado no fue un híbrido occidentalizado: predominan los sonidos y el espíritu propios de los ritmos y cánticos africanos que impregnaron al álbum con su frescura y espontaneidad.
El uso del acordeón como instrumento protagónico llamó la atención de Simon, quien replicó aquella característica en títulos como «The Boy In The Bubble», «That Was Your Mother» y «Gumboots», en el cual contó con la colaboración de los mismísimos Boyoyo Boys.
En sus letras Simon evita la postura acusatoria, su compromiso con los músicos negros que estában gobernados por el apartheid es eminentemente político. Simon explica que inicialmente se sintió atraído por estas sonoridades debido a su similitud con el R&B de los años cincuenta y por la exuberancia musical que estos ritmos le ofrecían.
En uno de los temas más conmovedores del álbum “Homeless”, la voz suave y eterna de Simon suena a capella junto al grupo vocal Ladysmith Black Mambazo, de una manera que sugiere un vínculo natural con el doo-wop. La fusión de sus voces expresa belleza, fuerza y resiliencia, a pesar del tono sombrío de la canción. El objetivo de Simon no era despertar más conflictos sobre el apartheid, sino proporcionar un impulso optimista y esperanzador frente al conflicto racial.
En la brillante «Graceland» (un punto culminante en la carrera de Simon), el llamativo e impenetrable hogar de Elvis Presley se erige como un glorioso símbolo de redención. El narrador, que huye de un fracaso matrimonial, anuncia que tiene «razones para creer» que será bienvenido en Graceland. El conocimiento de que Presley murió en soledad, adicto a las drogas y aislado, no diluye la vertiginosa energía de la canción puesta en su leyenda.
Esta intervención de Simon generó mucho revuelo en la política interna sudafricana. Tanto él como sus colaboradores violaron el boicot cultural que impusieron las Naciones Unidas a Sudáfrica, la misma resolución detrás de la prohibición musical de tocar en Sun City. Más tarde, las mismas organizaciones que criticaron a Paul Simon en el año 1986 se retractaron de sus afirmaciones e incluso le quitaron la calificación de persona «non grata», según confirmó él mismo en una conferencia en el Reino Unido, a sólo un año del incidente.
En conmemoración de la polémica en torno a «Graceland», Simon confesó al National Geographic en el año 2012 que el álbum logró consolidarse como una de las obras más representativas para los movimientos sudafricanos opositores al apartheid. «Era una colaboración entre «blancos» y «negros» para hacer música que la gente disfrutara en todas partes. Era lo contrario a lo que decía el régimen. Fue una declaración poderosa”, precisó en esa instancia.
Unos años más tarde de ser liberado, Nelson Mandela invitó a Paul Simon a regresar a Sudáfrica, en reconocimiento del famoso líder al papel que el cantante había desempeñado para ayudar a terminar con el apartheid.
Pese a la importancia del contexto sociopolítico en el que se desarrolló la idea y la concreción de «Graceland», estos «condimentos» no deberían teñir la apreciación de uno de los álbumes más hermosos, atrevidos y logrados de este intérprete único y original.
Genial!!! Gracias por compartirlo!!!
Tengo el CD hace treinta años y no me cansa se escucharlo, es una maravilla!
Estamos hablando de unos de mis discos preferidos y uno de los mejores de la historia. Mí hermano Luca Prodan pensaba lo mismo. Gracias por el artículo!