Crónica de un recital inolvidable
35 años de Rock
Y treinta y cinco años no son muchos, un sueño o una ilusión como definía Calderón en sus versos, y todo lo transitado por esta auténtica banda forma parte del argot trascendental de un género que parece que perece, pero vuelve a caminar a través de los diversos Lázaros que lo constituyen.
Estadio Vélez Sarsfield
Aquel que contuvo las musas sobrehumanas emanadas por una luz llamada Spinetta en aquel trascendental encuentro de rock de las bandas eternas. Y la noche, aquella en la que tantas historias convergen, con un clima agradable y la predisposición de un público de mediana edad, que vuelve una y otra vez a relacionarse con todo aquello mágico y misterioso que la música por elección brinda, comenzaban a llegar al encuentro citado. El ingreso al estadio y un lugar abarrotado de gente. Literal. ¿Sonará una banda de rock? ¿Pero no era que ya estaba en decadencia el estilo?
Una introducción acompañada por un video en una gigantesca pantalla donde sólo se observa al maestro de ceremonia Ricardo Mollo ingresar a una gran máquina, encendiendo un poderoso motor. Todo vibra. Es indescriptible la sensación que produce la apertura de un concierto de rock, no existe arte o estilo en la tierra que lo supere, sin eufemismo alguno. Se abre el espectáculo con “Paisano de Hurlingham”, clásico perteneciente a “La era de la boludez”, de 1993. Mano cornuta y brazos eyectados al aire: lo grave del sonido comienza a impactar en aquella glándula que tenemos dormida llamada timo y nos ingresa al verdadero sentir musical.
Los clásicos inoxidables del grupo se comienzan a suceder. Tres personas sin circo y con mucho pan y alimento musical para compartir se encontraban dispuestos a emitir lo que mejor saben hacer. Un cumpleaños singular debe tener invitados acordes al momento: así asoma un prócer devocional más cerca que lejos de la tierra, Gustavo Santaolalla acompañado por el inmenso violinista Javier Casalla acercan el momento de profundidad “de tierra adentro” del espectáculo. Reflexiono sobre la virtud insondable que tuvo «Divididos» al ingeniar y entremezclar ritmos y cadencias profundas de nuestra Pachamama con el sonido rock visceral más cercano a la dinámica del “Cream”, de Eric Clapton o de la “Jimi Hendrix Experience”. Y miles de jóvenes generacionalmente descubrimos a través de los escuderos del estilo, a gigantes como Vilca, como Atahualpa, como Sixto Palavecino. Esta “aplanadora” rocanrolera abrió una nueva línea musical erigiéndose como referencia del “Rock de acá”. Llegan las coplas “Vientito del Tucumán”, el profundo sonido norteño “Guanuqueando”, (con una particular sección de vientos llamada “Tercer mundo” ) y antes del crescendo musical, de violas al mango y sentido pasional, doy fe y testimonio que observé jóvenes muy jóvenes, tarareando el folclore, nuestra más íntima y próxima raíz cultural.
Una musa aparece con la interpretación del clásico de “Pescado rabioso” llamado “Despiértate Nena” y “Sisters”, esa canción para zaparla por siempre. Ricardo Mollo, guitarrista de Pergamino, nacido en las lides musicales a través de un grupo experimental llamado “MAM” (acrónimo de Mente, Alma, Materia), primer guitarra en la leyenda llamada “Sumo”, que desde fines de los 80’ recorre un camino diferente. Tipo humilde, antítesis del “Rock Star” con extremos berretines, hace mención a uno de sus mentores, “Don (Pappo) Napolitano” de La Paternal, y arranca una vehemente versión de “Sucio y desprolijo”. El guitarra, que siempre mantuvo una empatía particular agradece al intergeneracional público.
De repente aparece en escena Chizzo, de otra banda fundamental: “La Renga”. Mollo manifiesta que hacía mucho que la banda no tocaba en Capital y pregunta:“ ¿Y si tocan ahora?”. La leonera rugió de alegría y emoción, aquella emoción que daba por perdida en un encuentro de rock, aquel síntoma que mantuvo viva a mi generación. Suena “El final es en donde partí” clasicazo de los rengos en un estadio que aglomeraba y liberaba a los vientos uno de los sentidos trascendentales de la vida: la música que sana, libera y hace pensar. Ceder el escenario a un grupo tan importante que no puede tocar en la “ciudad elitista de las luces” por una reglamentación estúpida, discriminativa y soez que impulsó un administrador de turno, fue otra señal simbólica de un trío que conserva los valores musicales y humanos en tiempos de chatura moral, cultural y emotiva.
Cuarenta y cinco mil personas vibraron. El metrónomo del ritmo y la cadencia resultó ser uno de los más grandes del mundo por tres horas y media que resumieron más de tres décadas de búsqueda, concreción e idea.
Los ojos de Atahualpa observaron a un Catriel pegándole a los parches dejando la vara alta y haciendo honor a grandes del ritmo que pasaron por el grupo como Gustavo Collado o Federico Gil Sola y a uno de los máximos referentes de las cuatro cuerdas en rock como el eterno Diego Arnedo.
Se cierra el festejo a mil con el clásico “El ojo Blindado”. Mollo recorriendo las vallas y saludando como siempre. Y la base sostiene su paso por toda la pasarela sin glamour y el recuerdo del guitarrista extremo lanzándose a una fosa, regalando púas, a los gritos y feliz sobreviene, dando paso a los “besos por celular” y las selfies del modernismo líquido, del rocanrol de agua mineral y arroz integral (el colesterol no viene solo…).
Pero el recuerdo de un pasado límite no sobrepasa una madura actualidad que también se acepta y se comprende. Y se disfruta y enorgullece pertenecer, de un modo u otro, a lo definido como “Rock Argentino”. El ojo ya no está blindado. Una vez más “Divididos” no apartó, unió a todos aquellos que aún creemos que desde esta música todo se puede vivir y comprender mejor. Y por los ojos de miles también se piantó una lágrima de plena raíz profunda y de grito sagrado.
.¡Por 35 años más!
¡Larga vida al rock!
Hugo Bertone: Periodista especializado en Rock y Cinematografía:
Realizo notas para dos medios radiales: Radio Auténtica on line – Eco medios AM 1220.
Podcast para «Contacto Noriega», programa radial conducido por Adrián Noriega.
Realizo notas gráficas para revista digital «Ida y vuelta», «Revista digital DM», Página Web de «Unión de radios».
Programa quincenal de rock en mi canal «¡YouTube parlantes!».
Columnista de rock en «Dan las 12», Radio libre AM 830.
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