Al leer el título del libro “El Japón de los perros” inmediatamente lo asocié a la historia de Hachikö, el perro akita de la película “Siempre a tu lado” (2009), que cada día esperaba en la estación de Shibuya a que su amo regresara del trabajo. Un día su dueño sufrió un derrame cerebral y nunca regresó. Hachikö siguió yendo a la estación de trenes por nueve años hasta su muerte en 1935. Esta historia de lealtad canina se usó en las escuelas en Japón como medio de adoctrinamiento durante el auge del nacionalismo japonés expansionista, que culminaría tras la derrota nipona en la Segunda Guerra Mundial. Por cierto, la estatua de Hachikö sigue siendo uno de los puntos más visitados de la ciudad de Tokio.
Pensaba que Japón poseía una cultura reverencial al reino animal, pero la realidad a veces no es tan idílica. El nexo común de las historias de “El Japón de los perros”, como bien indica el título, es el perro. El perro como compañía, el perro como símbolo de lo incivilizado, el perro como reflejo de la naturaleza humana, el perro como un ser vivo independiente. El mejor amigo del hombre visto desde distintos ángulos y con una gran fuerza metafórica.
Una de mis primeras sensaciones al concluir mi lectura fue que este libro ladra y muerde. Es un perro en sí mismo. Un perro cojo, un perro en celo, un perro que se lleva mal con los gatos, un “perro verde”. Como si cualquier adjetivo calificativo fuese válido, pues un perro nunca es sólo un perro, sino más bien la proyección que hacemos sobre él. Después de leer estos relatos mi percepción es que la peculiaridad de los perros de no ser humanos, ni completamente animales, los sitúa en un “espacio vacío” que sirve para prolongar en ellos nuestras fantasías y anhelos.
El libro incluye once relatos de autores muy distintos entre sí, que aportan una visión global de la literatura japonesa del siglo XX, incluyendo un cuento inédito del Premio Nobel de literatura Kenzaburō Ōe. En algunos, los perros son protagonistas plenos de la historia, mientras que en otros no son más que meras excusas para construir un relato. Y aunque todas las historias tengan en común de alguna manera a los perros, la forma de contarlas y la temática de cada una es totalmente diferente.
Desde las historias de folklore, hasta historias de terror o de crítica social, cada uno de estos relatos, nos muestra un punto de vista diferente desde el cual mirar a la sociedad japonesa. Esta obra nos aleja de la visión del “Japón cool” y nos acerca a un Japón más desconocido y realista.
Durante muchos años la figura del perro en Japón no fue importante. El perro era callejero por excelencia. Su adiestramiento no se practicó hasta mediados del siglo XIX por influencia del colonialismo inglés. Fue así como el exterminio de los perros callejeros era sistemático y cruento surgiendo la figura del “inugoroshi” (mata perros), un personaje siniestro que usaba un “vara palo” y que seguiría existiendo hasta mediados del siglo XX. El “inugoroshi” aparece en varios de los cuentos. Actualmente los perros gozan de protagonismo, con un enorme poder simbólico como lo prueba el constante bullicio en torno al monumento a Hachikö.
Los perros que aparecen en estos relatos se alzan casi siempre como una metáfora del devenir histórico japonés, pero también como una eficaz representación del poder de la naturaleza y de las tensiones sociales. Se enmarcan dentro de dos tradiciones: perros como metáfora para tratar de describir el mundo de los humanos y también la de introducirse en su cabeza para interpretar sus pensamientos detrás de sus miradas inteligentes e inquisitivas.
Es así como uno de los relatos cumbre del libro es el impactante, violento, e inédito “Un trabajo singular”, del premio Nobel Kenzaburō Ōe (1935). En él se relata la historia de unos jóvenes que reciben el encargo de matar perros y se convierte en un poderoso recordatorio de la violencia larvada en una sociedad, que aún no se ha recuperado de los traumas de su pasado. Quizás es la obra más cruda, pero a la vez una de las más interesantes, donde vemos a los personajes intentar racionalizar lo injustificable.
Con “El niño y el perro”, de Akiko Yosano (1878-1942) nos involucramos con la conversación de un niño adinerado que quiere adoptar un perro con su criado. Este relato, el más onírico de todos, detalla de una manera sorprendentemente realista el simple razonamiento de un niño.
“Blanco”, de Ryûnosuke Akutagawa (1892-1937), narra desde el punto de vista del animal, sus aventuras luego de haber abandonado a su suerte a otro amigo can debiendo cargar con la culpa y buscando su propia redención. Akutagawa, conocido como el padre del cuento corto japonés, plantea una historia hermosa y conmovedora.
Los once relatos cubren casi dos siglos de literatura japonesa y siguen la historia de un país que pasó de estar totalmente aislado del mundo a convertirse en una cruel potencia imperial, siendo destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Japón resucitó de sus cenizas transformado en una democracia y en un gigante económico, en el que el peso de la tradición en la sociedad es al mismo tiempo ineludible, ya que se mantienen muchas costumbres del pasado. Todo esto se puede entrever en los relatos de este libro cuya lectura ha sido un disfrute.
Las historias aquí reunidas tienen como característica común el “vara palo”; pero no del perro, sino de ese “espacio vacío” que llamamos “perro”, un hueco en nuestro pecho, que funciona de comodín para la exploración de nuestra condición humana.
Los autores y sus relatos:
Kizen Sasaki, «Las patas del trébede y del perro»
Kenzaburō Ōe, «Un trabajo singular»
Yasutaka Tsutsui, «Pueblo de perros»
Yöko Tawada, «El novio era un perro»
Yumiko Kurahashi, «Perros y muchachos»
Yukiko Motoya, «Los perros»
Jun Takami, «El perro cojo»
Akiko Yosano, «El niño y el perro blanco»
Ryûnosuke Akutagawa, «Blanco»
Roan Uchida, «Historia de un perro»
Masaoka Shiki, «Perro»
Interesantísimo… Y nada comentado…necesitamos historias con valores morales como tema, la Humanidad está perdiendo su idealización en búsqueda de la realidad y unaverdad…aunque cruel…recuerdo las lecturas de Lafcadio HEARN…aunque Inglés me acerco a la Literatura de Japón…!!!
Eñ Japón de los perros es un libro que nos gustó mucho y quisimos compartirlo. Gracias por tu comentario.
Las personas sensibles, inteligentes y talentosas pueden conmovernos con historias de ballenas, gaviotas, conejos…que buen artículo…de niño me conmoví con una novela chilena «Patas de perro» que bien podría enriquecer este listado. Gracias.
Gracias por tu comentario! Buscaremos sobre esta novela que mencionas.