A quién no le ha sucedido que, al escuchar una canción, la liberación de dopamina ha sido tal que se ha convertido en un placer de nuestra vida. Esto es lo que sucede al escuchar a una de las reinas del soul, R&B y del pop Dionne Warwick (East Orange, New Jersey, 1940).  

Hal David, Dionne Warwick y Burt Bacharach

La primera vez que escuché a Dionne Warwick yo tenía quince años. No podía creer que existiese tanta belleza y elegancia al cantar. El soul refinado en “What the world needs now” (1966), de Burt Bacharach y Hal David no puede tener una mejor exponente en la interpretación. Inicia la canción con su bella expresión que penetra en nuestros sentidos. No hay voces de respaldo, no hay humo ni bailarines, sólo un talento descomunal y una forma mágica de cantar en la que pareciera que no existe esfuerzo. Dionne tiene tantos éxitos que está en la categoría de ícono de la música y es un testimonio de lo magnífica que puede ser la voz como instrumento musical. 

Marie Dionne Warwick fue la gran inspiración del compositor estadounidense Burt Bacharach. Según sus propias palabras: «una cantante de una apabullante personalidad interpretativa, capaz de hacer sencillas las armonías vocales más complejas». Cómo olvidar su sonrisa, esa elegancia y delicadeza que ha cultivado desde siempre, cuidando su potente y delicada voz. La química funcionaba maravillosamente entre Warwick, Bacharach y David.

Dionne Warwick y Whitney Houston

Hermana de Dee Dee Warwick, gran intérprete del soul que logró una fama colosal en los coros de Aretha Franklin, sobrina de Cissy Houston con dos Grammys de góspel en su haber y prima de la cantante Whitney Houston; Dionne Warwick comenzó en 1946 su larga y exitosa carrera musical interpretando góspel con su familia, en la iglesia de su ciudad natal, East Orange. 

Con centenares de grabaciones en más de medio siglo y cinco Grammys, Dionne navegó con éxito por distintos géneros musicales: el soul y R&B de la famosísima “I say a little prayer” (1967), el quiet storm de “I’ll never fall In love again” (1970), el R&B de “Heartbreaker” (1982) y el pop de “That´s what friends are for” (1985), entre otros tantos éxitos . 

Dionne Warwick

“I Say a Little Prayer”, de los compositores Hal David y Burt Bacharach, fue un tributo a los norteamericanos que partieron a la guerra de Vietnam. Grabada por Dionne Warwick en abril de 1966, formó parte del álbum “The windows of the world” alcanzando el millón de ventas y los primeros puestos en los rankings mundiales. En 1968, también fue grabada por Aretha Franklin para su álbum “Aretha Now”. Tanto Dionne como Aretha hicieron versiones maravillosas. La de Dionne es dulce y musical, mientras que Aretha nos trajo el soul en toda su plenitud. Desde allí en adelante no cesaron los éxitos musicales para Dionne.

En 1979 estrenó dos grandes éxitos que recibieron dos premios Grammys, «I’ll never love this way again» una balada pop escrita por Richard Kerr y Will Jennings y “Déjà Vu”, escrita por Isaac Hayes, con letras de Adrienne Anderson y producida por Barry Manilov.

En 1982 Warwick logra un nuevo éxito con «Heartbreaker”, canción compuesta por The Bee Gees con la voz de Barry Gibb en el coro. A partir de entonces sus grabaciones se fueron espaciando, hasta que consiguió un repunte de popularidad en el año 2006 con un álbum de duetos, “My friends & me”.

Cada gran cantante tiene su sello, el de Dionne Warwick fue su voz etérea y esa lentitud de su vibrato que era lo suficientemente profundo como para atravesarte.  

Dionne

“I Say a Little Prayer”, posiblemente la canción más celestial que Bacharach haya escrito, y “What the World Needs Now”, en la que Warwick se luce en la interpretación, son insuperables. El mensaje de esta última: “el amor es lo único… de lo que hay muy poco”, arriesga ingenuidad. Sin embargo, al escuchar a Dionne, se transforman en las palabras más sinceras jamás pronunciadas.

Si pudiera preguntar a los seguidores de Dionne Warwick cuál es el tema que más les gusta, tal vez responderían que es el que están escuchando en ese momento.  Elton John no exagera cuando dice: “Son simplemente obras de arte perfectas”.  

La progresión de los acordes, los envolventes violines unidos a la voz suave e inconfundible de Dionne, hacen que “Déjà Vu” sea una de mis favoritas . El “Déjà Vu” evoca el misterio de realidades inasibles que trascienden una explicación lógica. Es el universo de la imaginación artística y de verdades primordiales inherentes al despliegue musical de Dionne. 

Única en su clase, de otro tiempo.