Día del libro

De Susana Beatriz Arcilla

13 de Jun de 2021

Hoy debiéramos saludar a los libros que tenemos en casa.
Mirando mi biblioteca recordé que estuve leyendo autores japoneses. En verdad su estilo es muy contrastante con los autores argentinos y latinoamericanos que son más afines a mi gusto.
De Haruki Murakami leí «Kafka en la orilla», una novela que me prestó una amiga en abril de 2016. Adentrarme en él fue como viajar a otro mundo. Me encerré tres días y salí de mi vida cotidiana, recuerdo que soplaba mucho viento y crujían las ventanas de casa como telón de fondo. Sensaciones y recuerdos que tengo vinculadas por la memoria emotiva a los personajes, a la trama, al desconcierto. Luego compré «Tokio blues», también novela, y me regalaron «Hombres sin mujeres», un libro de cuentos. Ambos del mismo autor.
Cuando Kazuo Ishiguro obtuvo el Premio Nobel en 2017 compré «El gigante enterrado», luego una compañera de taller me regaló «Nunca me abandones». Al volver a ver la película «Lo que queda del día» me di cuenta de que el autor del libro era Ishiguro, y ya con el lenguaje del cine pude comprender por qué no había terminado de leer los dos libros de él que les mencioné más arriba. Ya les contaré.
Para mi cumpleaños, ya en 2018, me regalaron «El cielo es azul, la tierra blanca». Una historia de amor de Hiromi Kawakami. Lo retomé cuando se inició la cuarentena, allá por marzo de este año.
Tres autores japoneses: dos hombres y una mujer.
¿Qué decirles de su estilo? Los tres escriben en forma detallada, describiendo los ambientes y los personajes. Las acciones cotidianas avanzan en forma lenta como si no tuvieran nada que ver con el tema. Se va armando una trama y caes dentro de ella como una mariposa en la red. La cultura, la comida, los rituales, todo tan extraño a nosotros y, sin embargo, a medida que avanza la lectura uno se incorpora a ese mundo casi sin darse cuenta.
Esta lentitud se rompe de pronto y así, sin aviso previo, sucede algo muy grave que generalmente tiene que ver con el amor y con la vida, dos temas constantes además de los gatos y el jazz, al menos en Murakami. Y uno se siente sacudido y queda sin reaccionar. Luego ya más armados vamos preparados hasta el final, si es que no sucumbimos antes…
Sucumbí con Ishiguro, seguramente retomaré. Y con Hiromi tuve la tenacidad que me dio la cuarentena. Dije: “no abandonaré hasta ver qué pasa con esta trama, hasta dónde llega la autora sembrando el suspenso… ¡No me va a ganar! Y le gané”. Lo pude terminar.
¿Qué encuentro de diferencia con los autores argentinos, latinoamericanos e incluso los españoles? Y no me animo a nombrar a los italianos porque a Alessandro Baricco lo tengo postergado todavía, está ahí en la gatera esperándome.
Retomando entonces ¿qué veo de diferencia?. Fundamentalmente la ejecución de la acción, las acciones ejecutadas a lo largo de la trama. Pasan “cosas” que van desarrollando un argumento central, un hilo conductor, veo hacia dónde vamos con estas páginas que van pasando.
Y me gusta saber hacia dónde voy, lo disfruto, me voy anticipando y juego a adivinar. En cambio, con los tres autores japoneses me pasa que cada tanto descubro un indicio, pequeño, que podría significar algo en las últimas páginas. A veces en el último párrafo.
Además, es muy claro que los tres despliegan una cortina llena de detalles para tapar lo que hay detrás y no se puede saber qué es. Los indicios no ayudan como para decir ¡sigo!. Hay que ser perseverante, o no serlo. Esto depende de cada uno.
Me siento muy cómoda leyendo autores argentinos, especialmente los contemporáneos. En la cuarentena también retomé a Hebe Uhart, una narradora fallecida en 2018, llamada “la que vio los detalles del mundo”, por algunos de sus colegas.
Volví a sus Cuentos completos, y pude disfrutar del relato “argento”, de sentirme como pez en el agua leyendo sus historias, entendiendo de qué habla y comprendiendo por qué somos lo que somos. El cuento «Congreso» de ese libro que les nombré es increíble, la autora captó a los personajes de una manera tan real y verdadera como yo los conocí en mi profesión. Como si me hablara de lo que viví, escuché y sufrí.
Ya terminando, les digo que esta crónica no pretende generalizar, tomé tres autores japoneses y una argentina y de allí extraigo mis conclusiones.
Y sí, tal vez de algunas lecturas más…

Susana Beatriz Arcilla

Nació y vive en Trelew, Chubut. Argentina. Es profesora de Historia, trabajó en el nivel secundario y universitario.
Participa del Taller del escritor del Grupo Encuentro, dirigido por Cecilia Glanzmann, en Trelew, desde 2016.
Es coautora de la antología nacional, LA RAZÓN TÉCNICA Y EL VACÍO DE LA REALIDAD, Enigma Editores, Bs. As. 2017.
MIRADA CUENTERA, Historias de viajes, nació en 2018 con la editorial Umbrales, Bs.As.
ANECDOTANDO es una antología de anécdotas que comparte con sus compañeros de taller. Vino al mundo en mayo de 2019, de la mano de Umbrales ediciones, Bs. As.
MIRADA INDISCRETA, seres urbanos, Enigma Editores, Bs. As. Llegó a su casa en febrero de 2020 inaugurando la pandemia global e iniciando un mundo de incertidumbre.
Publica mensualmente en el Suplemento Mujeres, Diario EL Chubut.

Categorías: Literatura
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